Vivir con fibromialgia es un reto constante. Quienes la padecen enfrentan no solo el dolor crónico y el cansancio extremo, sino también la incomprensión social y médica. Sin embargo, muchas personas han encontrado maneras de adaptarse, resistir y transformar su vida desde el diagnóstico. En esta entrevista, conversamos con Rosa Domínguez, una mujer valiente que ha aprendido a convivir con la fibromialgia sin dejar que la enfermedad defina su historia. Su testimonio es un ejemplo de resiliencia, autoconocimiento y esperanza para toda la comunidad de Valkirias.
1. Rosa, ¿cuándo empezaste a notar los primeros síntomas y cómo fue tu camino hasta el diagnóstico?
Empecé a sentir un dolor difuso en todo el cuerpo, una fatiga constante y problemas para dormir. Pasé por varios médicos y especialistas durante más de un año hasta que, finalmente, un reumatólogo me diagnosticó fibromialgia. Fue un alivio tener un nombre para lo que me pasaba, pero también el inicio de un nuevo desafío.
2. ¿Cómo afectó la fibromialgia a tu vida diaria en ese momento?
Fue devastador. Las tareas cotidianas se volvieron difíciles, y mi vida social se redujo drásticamente. Me sentía incomprendida y sola, ya que muchas personas no entendían lo que estaba pasando.
3. ¿Qué pasos tomaste para comenzar a manejar la enfermedad?
Decidí informarme y buscar apoyo. Me uní a una asociación de pacientes con fibromialgia, donde encontré comprensión y recursos útiles. También comencé a trabajar con un equipo multidisciplinario de profesionales de la salud.
4. ¿Qué tratamientos o terapias has encontrado más efectivos?
La combinación de fisioterapia personalizada, terapia psicológica y ejercicio moderado ha sido clave. Además, he incorporado técnicas de relajación y mindfulness para manejar el estrés, que suele empeorar los síntomas.
5. ¿Has realizado cambios en tu estilo de vida o alimentación?
Sí, he adoptado una dieta equilibrada, evitando alimentos procesados y azúcares refinados. También he establecido rutinas de sueño y descanso, y me aseguro de tener momentos de ocio y relajación.
6. ¿Qué papel ha jugado el apoyo emocional en tu proceso?
Fundamental. Contar con el respaldo de mi familia, amigos y grupos de apoyo ha sido esencial para mantener una actitud positiva y no rendirme ante las dificultades.
7. ¿Cómo manejas los días en los que los síntomas son más intensos?
He aprendido a escuchar a mi cuerpo y a no forzarme. En esos días, priorizo el descanso y aplico técnicas de autocuidado, como baños calientes y meditación.
8. ¿Qué consejos darías a alguien que acaba de ser diagnosticado con fibromialgia?
Que no se sienta solo y que busque apoyo. Es importante informarse, rodearse de personas que comprendan la enfermedad y trabajar con profesionales de la salud para encontrar un plan de manejo adecuado.
9. ¿Has encontrado actividades que te ayuden a sentirte mejor?
Sí, el yoga suave y la natación me han ayudado mucho. También disfruto de la lectura y la escritura, que me permiten expresar mis emociones y distraerme del dolor.
10. ¿Cómo ha cambiado tu perspectiva de la vida desde el diagnóstico?
He aprendido a valorar las pequeñas cosas y a vivir el presente. Aunque la fibromialgia impone límites, también me ha enseñado a ser más resiliente y a cuidar de mí misma.
11. ¿Qué importancia tiene para ti la comunidad de pacientes con fibromialgia?
Es un pilar fundamental. Compartir experiencias y consejos con personas que entienden lo que vivo me ha dado fuerza y esperanza.
12. ¿Qué mensaje te gustaría compartir con quienes luchan contra la fibromialgia?
Que no pierdan la esperanza. Aunque la fibromialgia es una enfermedad crónica, es posible mejorar la calidad de vida con el enfoque adecuado y el apoyo necesario.
La experiencia de Rosa nos recuerda que, aunque la fibromialgia no tenga cura, sí existen caminos para mejorar la calidad de vida.
A través del autocuidado, el acompañamiento profesional y el apoyo mutuo, es posible recuperar el control y encontrar bienestar.
Desde STOPFibro creemos en la fuerza de compartir historias como esta: para inspirarnos, para sentirnos acompañadas y para seguir luchando, juntas, con dignidad y amor propio.