Entrevista a Pedro Toledo – Abogado Laboralista y Gerente de Asesoría Toledo
Hoy hablamos con Pedro Toledo, abogado laboralista con más de 30 años de experiencia y alma visible de Asesoría Toledo, un despacho ubicado en Guadalajara que se ha convertido en un referente en el asesoramiento legal tanto a empresas como a particulares.
En esta conversación cercana, abordamos un tema que cada vez preocupa más en el entorno laboral: las bajas por enfermedades crónicas como la fibromialgia, y cómo el sistema —legal, médico y empresarial— responde ante estos casos complejos y, muchas veces, invisibilizados.
- Pedro, cuéntanos brevemente cómo nació Asesoría Toledo y cuál es vuestra filosofía a la hora de asesorar tanto a empresas como a trabajadores.
Asesoría Toledo nació como nacen muchas cosas buenas sin pensarlo mucho y de una mezcla entre necesidad y ganas de hacer las cosas bien. Empezamos con la idea de ser algo más que un despacho. Queríamos ser ese lugar donde los clientes pudieran decir “lo he entendido” sin necesidad de traductor jurídico. Y eso hacemos: explicar, acompañar y resolver, sin tecnicismos innecesarios ni rodeos. - Después de tantos años en la trinchera laboralista, ¿cuál dirías que es el cambio más significativo que has visto en los conflictos laborales?
Sin duda, el paso de lo “laboral” a lo “emocional”. Antes se discutía por horas o nóminas; ahora, muchas veces el conflicto viene del desgaste, la falta de empatía o la incomunicación. El trabajador ya no solo busca un sueldo, busca sentido. Y eso, en un juicio, pesa más de lo que parece. - Entrando ya en materia: la fibromialgia y otras enfermedades crónicas suelen generar mucha frustración tanto en trabajadores como en empresarios. ¿Qué crees que falla en el sistema para que estos casos sigan siendo tan problemáticos?
Falla la visibilidad. Son enfermedades “invisibles” (aunque es obvio que no deberían ser así) también para el sistema. No sangran, no se ven en una radiografía, incluso hay quien niega su existencia y eso complica mucho su encaje en procesos jurídicos pensados para dolencias “más clásicas”. Y claro, mientras tanto, tanto trabajador como empresario están desorientados y sufriendo. - Desde el punto de vista legal, ¿cuál es la mayor dificultad que se encuentra una persona con una enfermedad crónica a la hora de pedir una baja o una incapacidad?
La prueba. No basta con decir que te duele: hay que demostrarlo. Y eso exige informes médicos, historiales detallados y mucha constancia. El sistema, por desgracia, no está diseñado para la duda razonable, sino para la certeza documental y/o pericial. - ¿Has tenido que mediar entre empresa y trabajador en casos donde la enfermedad crónica ha provocado tensiones o falta de entendimiento? ¿Cómo lo gestionas desde tu asesoría?
Sí, y muchos. Nuestra labor ahí es ser traductores: del dolor del trabajador al lenguaje del empresario, y de las necesidades de la empresa al corazón del trabajador. Escuchamos, ponemos contexto y ayudamos a buscar una solución que no sea una guerra, sino un acuerdo. Porque siempre es lo mejor para ambas partes. - ¿Qué importancia tiene contar con una buena documentación médica y un historial clínico bien construido en este tipo de casos?
Es clave. El historial médico bien trabajado no solo ayuda a los jueces, también da seguridad al trabajador y permite al empresario entender mejor la situación. No se trata de acumular papeles, sino de contar una historia clínica coherente. - Muchas personas con enfermedades crónicas sienten que no son “creídas” por el sistema. ¿Has vivido situaciones donde esto haya sido determinante en una resolución desfavorable?
Sí, muchas. La credibilidad aquí lo es todo. Si el juez o el INSS perciben que no hay “verdad clínica”, la balanza cae del lado de la Administración. Y eso es durísimo para el trabajador, que ya bastante tiene con su enfermedad. - ¿Cómo puede una empresa pequeña actuar de forma empática pero también realista cuando uno de sus empleados tiene una enfermedad que afecta a su rendimiento diario?
Con información y honestidad. No se trata de elegir entre la empatía y la cuenta de resultados. Se puede buscar un equilibrio: adaptar tareas, horarios o buscar apoyos, siempre desde el diálogo. Muchas veces el problema es no hablar, no lo que se dice. - ¿Cómo ha cambiado la relación abogado-cliente en estos últimos años con la digitalización y el uso de herramientas online en despachos como el tuyo?
Muchísimo. Ahora el cliente espera inmediatez, claridad y, si puede ser, que le hables por WhatsApp. Nosotros hemos adaptado todo: firmamos digitalmente, hacemos reuniones online y enviamos informes en lenguaje humano. Pero sin perder lo más importante: la cercanía. - Más allá de la fibromialgia, ¿qué otras enfermedades crónicas están generando hoy más conflictos legales en el ámbito laboral?
Depresión, ansiedad, síndrome de fatiga crónica y algunas enfermedades autoinmunes. Todas tienen un denominador común: son difíciles de objetivar, y eso crea fricción entre lo clínico y lo jurídico. - Como abogado, ¿qué cambios normativos crees que serían necesarios para que las personas con enfermedades invisibles no se sientan desprotegidas en el entorno laboral?
Mayor flexibilidad en la valoración de incapacidades, formación específica en los tribunales médicos y sobre todo, más humanidad en los procesos. Las personas no son expedientes. Y en casos como estos, eso marca la diferencia. - Y para cerrar, ¿qué valores crees que definen a Asesoría Toledo y os hacen distintos cuando una persona viene a contaros su situación más delicada, ya sea como trabajador o empresario?
Escuchamos. Parece simple, pero es revolucionario. No juzgamos, no prejuzgamos. Traducimos lo legal a lo emocional y viceversa. Somos asesores, sí, pero también acompañantes. Porque a veces no necesitas solo una estrategia, sino saber que no estás solo y que puedes hablar con alguien que te va a dejar tranquilo.
En un entorno laboral donde la salud, la productividad y los derechos chocan con frecuencia, la figura de profesionales como Pedro Toledo se vuelve imprescindible.
Desde Guadalajara, Asesoría Toledo no solo ofrece asesoramiento legal riguroso, sino también cercanía, escucha activa y compromiso humano.
En casos tan delicados como los que implican enfermedades crónicas, tener a alguien al otro lado que entienda la ley y también la vida, marca la diferencia.